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El derrotero de una dictadura

Renzo Abruzzese

En una escala de irregularidades y transformaciones jurídicas y estrategias de poder llevadas adelante por el MAS, la estructura jurídica en que se apoyaría una dictadura está prácticamente en su fase final. Se han modificado un amplio conjunto de disposiciones legales que le otorgan al gobierno potestades absolutas, arbitrarias e inconstitucionales. Se modificó el funcionamiento de Derechos Reales y Fundaempresa, se han otorgado atribuciones excepcionales a la Unidad de Investigación de Fortunas, con lo que se tendría control absoluto sobre todas las formas de propiedad privada, negocios, emprendimientos de todos los tamaños y rubros, cuentas bancarias, llamadas telefónicas y otros aspectos de carácter personal privativo, a lo que se suma que sus operadores no requieren el acompañamiento de la Policía, lo hacen de forma autónoma, como una policía judicial paralela. Se ha puesto en marcha el proceso de destitución de alcaldes y autoridades de la oposición y se avanza raudamente en el control de todo el aparato administrativo. El aparato legal hace rato que está en sus manos. El que hable fuerte tendrá muchos problemas y perderá sus bienes. Se prevé la formación de un ejército paralelo bajo el control de Evo, se han “saneado” las Fuerzas Armadas y la Policía. El sector evista tiene a su cargo el control directo de todas las instancias gubernamentales claves y subsidiarias. No hay un aparato estatal que no esté bajo la égida evista. Se han hecho los ajustes necesarios dentro el MAS “depurando” todo militante que eventualmente no obedeciera a la línea dura y dictatorial del exmandatario, se manejan discretamente las tensiones entre los sectores democráticos del MAS (si los hubiera) y los radicales al interior del MAS, creando una disputa ideológica entre Choquehuanca y Morales en el intento de eliminar posiciones contradictorias al plan evista. Se ha instalado el discurso del golpe y se han removido todos los actores claves del cuerpo diplomático.

En tiempo récord, Evo Morales podrá hacer lo que a Chávez le costó una década o lo que a Cuba le costó un durísimo y sangriento proceso “revolucionario” de varios años.

Entre tanto, la sociedad civil observa pasiva y asombrada lo que se produce. La oposición presa de la mayoría masista se debate en una lucha heroica pero imposible de detener el impulso absolutista del gobierno. Como estrategia el presidente Arce se muestra radical y agresivo en todo lo que puede, no pierde un solo acto para mostrar las garras, y aunque todos sabemos que (dadas las características de su gobierno) esas poses no concuerdan con su perfil, parece claro que su misión en recalentar las tensiones que el gobierno genera para preparar un escenario radical y violento, propio del estilo evista.

Todo apunta al diseño de una estructura gubernamental que le permita a las fuerzas más radicales del MAS, y al propio Evo Morales, hacerse cargo de un gobierno en que todo este previsto para lanzar la nación al experimento chavista en tiempo récord y sin la necesidad de grandes modificaciones del aparato jurídico y represivo.

Es posible que acicateadas por el torbellino de abusos y el tamaño de las amenazas la sociedad civil decida resistir, empero, no sabemos a ciencia cierta cuánto de la estructura ciudadana que fue la que en 2019 logró la renuncia de Morales, está ahora penetrada por el MAS. El silencio de las plataformas y las organizaciones ciudadanas parece indicar que el temor hecho presa de ellas, o que, en su defecto, su poder no encuentra los mecanismos que le faciliten una presencia viva en la dinámica política nacional, en todo caso, a la Bolivia de hoy solo le queda esperar una etapa muy dura de enfrentamientos de todo tipo, en una batalla que, de por sí, ya es desigual.

Renzo Abruzzese es sociólogo.

Fuente: paginasiete.bo

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