El porvenir no debe ser la repetición del peor pasado
Susana Seleme Antelo
A 39 años de la instalación de la democracia como convivencia entre diferentes -10 de octubre de 1982- quiero creer que, a pesar de tantos obstáculos, aún estamos a tiempo de evitar que el porvenir sea la repetición, no de cualquier pasado, sino del peor pasado. Es decir, el impuesto por los que creen que la historia empieza y acaba con ellos, como Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS) en sus casi 14 años de ejercicio de poder total, hoy remachado con ahínco por Luis Arce y compañía, en menos de un año. Nunca fueron demócratas.
En este 39 aniversario, espero que el futuro de Bolivia nada tenga que ver con la magnífica novela “Recuerdos del porvenir” de la mexicana, Elena Garro, precursora del “realismo mágico”, pues trae a la memoria lo aun no vivido y recuerda el futuro. Todo lo que allí sucede en el devenir del tiempo es real y se repite, inmisericordemente, con los mismos patrones. De ahí que el porvenir resulta ser la repetición del pasado.
En sus “Recuerdos del porvenir” Elena Garro conjuga la política en todas sus escalas y parcelas; la hilvana con guerras a matar contra algunos o contra todos; la teje con la violencia omnipresente en la vida de cada quien, y la remacha con el patriarcado y el machismo seculares que se suceden en la niñez, la juventud, el amor, la soledad y la muerte. En toda época y lugar el porvenir es la repetición del pasado.
Es la historia de México y de toda América Latina: la repetición de patrones autoritarios, las cadenas delictivas y clientelares de tráfico de influencias, cargos públicos, corrupción a granel, o la cadena coca-cocaína o amapola-heroína y otras, con titulares de prensa dando cuenta de la violencia cotidiana, de las mafias de diversa índole, los muertos por doquier y los feminicidios, que nadie ve y que la justicia, injusta siempre, ignora.
Para que el porvenir de Bolivia no sea la repetición del peor pasado vivido con Morales, ni la copia de este oscuro presente con Arce, dando más vueltas de tuerca hacia el poder total, hay solo una estrategia: la unidad de las fuerzas políticas y sociales. La oposición político partidaria y la civil, los comités cívicos, las plataformas y otros grupos demócratas de la sociedad, como cuando el NO ganó el Referéndum, 21 de febrero de 2016, contra la reelección indefinida. La unión fue la única estrategia posible para ganarle a Morales, que quería el poder eterno.
A pesar de ese NO, la reelección fue catapultada a Derecho Humano, y dicho en muchos idiomas internacionales, que NO lo es, a Morales le valió madre. Tiró nuestra victoria al basureo e hicieron caso omiso de las aspiraciones de gran parte de la sociedad que quería y quiere convivir en paz entre diferentes, con justicia y libertad.
Como aquel 10 de octubre de 1982, cuando se tejió otra estrategia posible: la unidad de fuerzas políticas, para derrotar el ciclo de las dictaduras militares que durante 18 años oprimieron a Bolivia y a su gente. Y respiramos esa victoria política que llevó a Hernán Siles Suazo a la presidencia de la entonces República y a Jaime Paz Zamora a la Vice. Unidad como una tarea concertada, para actuar y hacer entre todos, de manera pactada, un ejercicio político colectivo para darle valor y calidad a una ciudadanía participativa, libre y democrática.
Quienes vivimos aquel día, tuvimos el privilegio de ver coronados los esfuerzos de la generación de la democracia, con ideas, propuestas, diálogos abiertos, algunos clandestinos por pura táctica, para llegar siempre a acuerdos y pactos democráticos.
Los excesos y las contradicciones propias de una democracia en construcción, tras más de 4 lustros, dieron cabida a la corriente de la ‘democracia método’: el voto y las ‘Constituyentes’, cobijados en el Socialismo del Siglo 21, su autoritarismo populista, su desprecio por el Estado de Derecho, por la institucionalidad democrática, la transparencia, la rendición de cuentas, la independencia de los poderes del Estado y los Derechos Humanos.
Desde 2006, la democracia en Bolivia sobrevive bajo peligro constante de dominación y violencia, encarnadas en el ex Morales, Arce, su partido y su militancia radicalizados por discursos de odios e intolerancia políticas, con 45 presos políticos y una expresidenta, Jeanine Añez, maltratada hasta la humillación. La democracia ha vivido y vive acechada por una justicia venal supeditada al poder político que criminaliza el disenso, la pluralidad y promueve la eliminación de aquel o aquello que va contra el pensamiento y el partido únicos. Es la línea dada por Castro y Chávez, ese mismo año y que Arce sigue a pie juntillas. (“El pasar al socialismo con una sociedad totalmente diferenciada, es más complicado que llevar a una sociedad más igual al socialismo… (Arce quiere llevar a Bolivia rumbo al socialismo cubano. https://ne-np.facebook.com)
De ahí que la sociedad civil y la sociedad política, caminen con la injusticia a cuestas promovida desde el Estado y el gobierno, que escamotean el derecho a la acción política, al pensamiento crítico y al derecho a opinar, bajo la pena de privación de libertad, proceso y otras penurias. El MAS, como todo régimen dictatorial/totalitario pretende mediante el terror, llevar a Bolivia al socialismo.
De cada una/uno de nosotros dependerá que el peor pasado no se repita, ni que el presente se convierta en un futuro iliberal y antidemocrático.