¿Qué régimen político está imponiendo el MAS?
Hugo Carvajal Donoso
La visión del Movimiento al Socialismo es implantar una democracia a su imagen y semejanza. Disculpen la benignidad de atribuirles la iniciativa e inteligencia que no poseen. Lo que en realidad están tramando, es instaurar una democracia supeditada al guión político del centro de elaboración de estrategias de la Sección Latinoamérica del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano. Para aprender este libreto, Juan Ramón Quintana fue designado en 2017 como embajador boliviano en Cuba.
El plan del nuevo entramado estatal del masismo se vio interrumpido en noviembre de 2019 cuando huye del país el binomio del fraude electoral. A partir de ese momento empieza a elaborarse la estrategia de “recuperación de la democracia” masista. Se efectúan numerosos viajes de Evo Morales, hasta que los asesores cubanos deciden un plan de acción, instalar el cuartel general político en Buenos Aires y elaborar el relato del “golpe derechista”.
Este relato lo que busca es justificar la implantación de un régimen político carente de dialogo y sin búsquedas de consenso. Al MAS no le interesa edificar una verdadera democracia y un régimen de libertades, la perspectiva de Arce es imitar en Bolivia una revolución a la cubana. Y este régimen en palabras del presidente Diaz-Canel, “no se trabaja con división de poderes. Se trabaja con la unidad de poderes, a través de órganos que tienen diferentes funciones. Lo que importa es el concepto de poder popular”, donde el Soberano —el pueblo— es el poder autentico, el “poder constituyente” diría Antonio Negri. Con estas supuestas razones, argumentaron por décadas la ausencia de elecciones libres, y a nombre de la autodeterminación de las naciones, exigían que el imperialismo no se entrometa en sus decisiones.
A ello, se agrega sin disimulos, el diseño del partido único, el de la revolución, este es el que representa al mismo pueblo y delibera a través de sus dirigentes, y el que suplanta al poder legislativo. Por añadidura, el verdadero jefe de Estado es el Secretario General del partido, no el presidente del gobierno. En términos de nuestro país, Arce será el títere que representa el papel de presidente, el verdadero dueño del Estado será el titiritero: Evo Morales, y el que verdaderamente maneje los hilos será el régimen “castrista”.
Para ejecutar este plan, se requiere eliminar a los partidos y líderes de la oposición, y por supuesto, implementar desde el Órgano Electoral la selección de los partidos y candidatos funcionales. La población será controlada y atemorizada por los jueces esbirros, los principales sindicatos serán manejados por dirigentes afines, y los que no puedan ser cooptados serán ilegalizados, suplantados, o encarcelados. Los únicos que podrán sobrevivir, lo expresó Luis Arce en más de una oportunidad: son “nuestras organizaciones sociales”, las oficialistas. No podrá volver a acontecer la movilización ciudadana masiva y sorprendente de 2019.
La sociedad no puede permanecer estructurada, todo lo contrario, es necesario descomponer el tejido social que la sustenta. Nadie puede oponerse al gobierno, ni poner en riesgo el manejo hegemónico del país. El personaje que se oponga será tildado de “golpista” y la organización ciudadana que obstaculice a la “Bolivia Libre y democracia plena” del MAS, será inevitablemente catalogada de “derechista”.
Contra la intención del masismo de imponer un gobierno autoritario, diferentes organizaciones e instituciones civiles decidieron implementar movilizaciones y una campaña de concientización del peligro que significa para la pacífica convivencia nacional, la destrucción del actual sistema de libertades económicas y cívicas.
Que quede claro, con esta finalidad están elaborando —copiando de Venezuela y Nicaragua— y aprobando en la Asamblea Legislativa un paquete de leyes y normas jurídicas. El objetivo es el control político y social del país. Pensar que detrás de este plan hay improvisaciones, es pecar de candidez política o sencillamente hacer de cómplice.
Fuente: publico.bo