UN EPISODIO NOVELESCO
Manfredo Kempff Suarez
Esta es la cuarta vez que escribo, desde enero pasado a la fecha, sobre la atrevida acusación que hizo el ministro de Gobierno, señor Del Castillo, sugiriendo que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, hubiera tenido una intervención activa en lo que el MAS llama “golpe de Estado”, que no fue sino la transición legal de la senadora Jeanine Añez al mando de la nación, luego del fallido fraude electoral que propició Evo Morales, en noviembre del 2019, que culminó con un vacío de poder tras su renuncia y su precipitado escape a México.
A raíz de una publicación en Página 12 de Buenos Aires, surgió la noticia proporcionada por una misteriosa diplomática boliviana en Argentina, que prefirió guardar el anonimato, expresando que, además de las presuntas andanzas del señor Bolsonaro en Bolivia, la presidente Jeanine Añez se habría reunido con él, secretamente, en Brasil. En suma, que ella se habría marchado del país sin avisar, como frecuentemente lo hacía Evo Morales. Esto nos inquietó a todos. Que dos mandatarios se reunieran en nocturnidad, entre gallos y media noche, no puede ocurrir sino para conspirar o planificar obscenidades. Es lo que sucedía con los misteriosos viajes de Morales a La Habana y Caracas.
Tan espinoso presentó este tema el ministro de Gobierno con su verbo estridente, que no solo nos alarmamos los ciudadanos, sino que el diario El Deber, de amplia cobertura nacional, publicó una nota editorial, el 28 de enero pasado, que tituló: “Brasil le debe una explicación al país”. Ahí, El Deber demostraba su preocupación y solicitaba una aclaración sobre lo que, presuntamente, había dicho el presidente Bolsonaro: “estuve con ella una vez, es una persona simpática, está presa”. Es decir que Jair Bolsonaro confirmaba que se reunió con Jeanine Añez, y la ex presidente lo aclaró simplemente afirmando que estuvo con Bolsonaro más de una vez, pero a través del zoom. Desde luego que, con seguridad, durante la 56 Cumbre del Mercosur, cuando los mandatarios optaron por las vías virtual y telefónica.
Si fue así, ¿por qué entonces el ministro Del Castillo quiere sumarle un cargo más a la ex presidente Añez, sobre todas las infamias que le atribuyen? ¿Por qué miente el Gobierno masista afirmando que la señora Añez utilizó subrepticiamente el avión presidencial para salir del país? ¿La presidente Añez necesitaba permiso de los parlamentarios para utilizar el lujoso Falcon, que era el cubil preferido de Evo Morales? Para salir del país desde luego que sí. Jeanine Añez, en ese sentido, fue la antítesis de Morales, porque mientras el líder de los cocaleros viajaba al exterior hasta para ver partidos de fútbol, la ex presidente no salió ni una sola vez de Bolivia durante su mandato. Y lo hizo así porque la nación transitaba por una endemia mortal que duró casi toda su gestión y por una permanente conspiración del MAS, digitada desde Buenos Aires por Evo Morales.
Señor embajador de Brasil, don Octavio Henrique Cortés: ¿No puede usted aclararnos si hubo o no reuniones entre la entonces presidente de Bolivia y el señor Bolsonaro? ¿No puede Itamaraty autorizarle a usted para que diga la verdad? ¿Es tan engorroso el tema para tanto secreto? Usted, señor embajador, estuvo en las reuniones auspiciadas por la Iglesia, que se llevaron a cabo en la Universidad Católica de La Paz, donde se planteó legalmente el destino de la democracia boliviana. ¿No puede negar o afirmar si existía algún contacto sospechoso entre la ex presidente Añez y el mandatario brasileño?
Voy a tratar de entender el silencio del embajador porque él tiene que cumplir con las instrucciones de su Cancillería, que, por propia experiencia, no son del agrado de algunos jefes de misión. Pero debo advertirle que con ese silencio están acumulando culpas injustamente sobre la ex mandataria constitucional, a quien, como sabe perfectamente el presidente Bolsonaro, quieren someterla a prisión por muchos años y están acumulando pruebas, aunque sea con olor a podredumbre para lo que Brasil no puede prestarse.
En Bolivia estamos acostumbrados a darle largas a los temas importantes hasta que la gente los olvide. Puede que sea exitoso en algunos casos. Pero acusar al presidente de un país amigo, de nuestro principal socio, de haber participado en enjuagues políticos nos parece excesivo. La propia señora Añez le ha rogado a Bolsonaro que diga la verdad, que no se calle ante la intriga. Sin embargo, hasta hoy, ni el ministro Del Castillo ha vuelto a referirse al tema, ni Itamaty ni su embajador en Bolivia han abierto la boca. ¿Sucedió algo sucio que se quiere esconder? ¿Es que miente el Ministro y ha agredido irresponsablemente la investidura del presidente del Brasil?