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El fraude de la «democracia»: Tiranía y oligarquía

Por: Enrique Gil Robles

Fuente: El Matiner Carlí

«De lo cual se deduce que lo que hoy se llama oligarquía, con término de exactitud muy cuestionable, es una tiranía habitual cometida no por pocos, bien que por los menos, en daño de la inmensa mayoría nacional. En el diagnóstico (la propiedad del nombre de la enfermedad importa menos) estamos conformes todos los hombres de buena voluntad, sin diferencias de escuelas ni partidos.

¿Y quién es, quiénes componen esa minoría tiránica, bien que no de pocos, aunque lo sean en comparación de los explotados y oprimidos? La oligarquía presente es una burguesocracia en que todas las capas de la clase media se han constituido en empresa mercantil e industrial para la explotación de una mina, el pueblo, el país; es una tiranía y un despotismo de clase en contra y en perjuicio, no de las otras, porque ya no las hay, sino de la masa inorgánica, desagregada y atomística que aún sigue llamándose nación.(…)

Yo no conozco tiranía más solapadamente disfrazada y encubierta de filantropía, de humanidad, de libertad, de soberanía, de regeneración, menos que eruditos a la violeta, que inventaron la sofística urdimbre del programa revolucionario y realizaron la Revolución de crueldad felina para engañar y desmoralizar, oprimir y usufructuar al pueblo. ¿Se concibe nada más diabólicamente habilidoso que trasladar la soberanía, digo, el sufragio, que es cosa muy distinta, a la masa infeliz y absolutamente incapaz, para secuestrarle luego el voto con el engaño a una inteligencia inculta y crédula, con la tentación a concupiscencias no domadas y salvajes, con la dádiva a una necesidad continua, múltiple, absoluta y apremiante, con la coacción a una dependencia total y completa, a una miseria más congojosa y aflictiva que la servidumbre medieval? Pues esto fue, es y será la burguesía oligárquica: un tirano colectivo, anónimo e irresponsable que, para libertarse de los furores y asechanzas de las víctimas, hace creer a los oprimidos y esquilmados que son dueños de sí mismos y mandan en los demás, mientras él, oculto y tapado, maneja los resortes del retablo y mueve los muñecos soberanos, y detrás de la cortina se harta alevosamente del patrimonio de libertad, de autarquía, de legítimas utilidades y derechos hurtados con tal infamia al pobre pueblo (…)

En España, el oligárquico imperio burgués presenta formas más repugnantes y caracteres más graves, porque no hay quien le vaya a la mano ni resistencia popular organizada que la haga entrar, si no en vías de justicia, al menos en temperamentos de prudencia como en otras partes. La porción extraviada del pueblo aún conserva cierto buen sentido común y moral que la retrae de entregarse del todo a la organización y reglamentación socialistas; y la mayoría popular, honrada y sana, tiene una aversión instintiva a esas bochornosas farsas parlamentarias que han envilecido y arruinado a la nación, y no comprende cómo puede ser instrumento de salud y de restauración salvadora el que lo ha sido de desdichas y vilezas, de iniquidad, de corrupción, de pobreza, de deshonor y, si Dios no lo remedia, de nuevas mutilaciones, y al fin, de ignominiosa muerte.»

Oligarquía y caciquismo (Texto completo AQUÍ). Don Enrique Gil Robles. Salamanca, 28 de mayo de 1901

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