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El vínculo espiritual de España con Bolivia

Por: Humberto Vázquez-Machicado

Transcribimos a continuación un artículo escrito por el historiador cruceño Humberto Vázquez-Machicado en 1928. La fuente son sus Obras completas, vol. VII, págs. 302-304. Editorial Don Bosco. La Paz, 1988. En este artículo, publicado oportunamente un 6 de agosto, fecha en que se recuerda la separación de Charcas de España, Vázquez-Machicado anima a los españoles a volver su mirada hacia Bolivia para reforzar sus lazos.

A principios del presente año, el publicista español Luis Araquistain, manifestaba en su último libro La Agonía Antillana, la necesidad imperiosa en que se encontraba España de reforzar los vínculos espirituales de la raza en Ibero-América, por medio de una intensificación de las relaciones comerciales.

El ilustre español, conocido en el mundo entero, advertía que el proceso de deslindar responsabilidades respecto del alejamiento en que los países de habla castellana se encontraban con referencia a la Madre Patria, y el acercamiento de algunos hacia los Estados Unidos de Norte América, había mucho de que culpar a aquélla.

Fundábase para hacer esta afirmación, en el análisis de la influencia comercial -casi nula, o muy rudimentaria-, que le ha tocado desenvolver a España, con dichos países, para de ahí concluir que, no existiendo el intercambio industrial y manufacturero, lógicamente, por la fuerza misma de los fenómenos sociológicos, las afinidades espirituales estén en cierto modo alejándose de la antigua fuente hispánica, con grave detrimento para la unidad intelectual y moral de los países de habla española.

Hemos querido referirnos intencionadamente a la palabra de este español que aprecia a sus hermanos de América, y hemos querido hacer nuestras sus palabras, como un llamado a España, acerca de sus deberes para con las naciones salidas de su seno.

Auscultadores cariñosos del pensamiento de los hombres de letras y de la juventud de Bolivia, esa patria tan querida, hemos podido observar el gran apego y cariño hacia la tradición española. Es un orgullo -y muy legítimo-, el que ostentamos de ser descendientes de aquellos atrevidos conquistadores que llevando «la enseña de Cristo y el pendón de Castilla», con todos sus defectos y todas sus virtudes, implantaron la soberbia orgullosa de la raza en el corazón mismo de la América Meridional.

En las diversas manifestaciones de la incipiente cultura que se esboza y progresa a grandes pasos en nuestra patria boliviana, es de notar la influencia decisiva que los pensadores de España ejercen con la fuerza que da la tradición histórica, la comunidad étnica y -el vínculo sonoro- del hermoso idioma de Cervantes.

A través de todas las vicisitudes de nuestra historia, agitada por contiendas políticas y por luchas externas en defensa del patrio suelo, se puede notar la índole castiza de los pobladores de esa nación que ostenta el nombre de uno de los hijos de que hoy España se muestra más orgullosa, pasando por encima de los prejuicios del tiempo: Bolívar. Genuinamente española la constitución étnica (a lo menos en su clase dirigente), y el factor histórico-geográfico, han sido también genuinamente españolas las manifestaciones de ese pueblo en su desvolvimiento evolutivo. Ello puede verse al leer las páginas de sus anales.

Con aquella generosidad hidalga que caracteriza a los iberos, se ha portado siempre, y ¿por qué no decirlo? en sus contiendas internacionales ha sido la eterna víctima de esa su misma caballerosidad heredada de los hijos del Cid, porque desgraciadamente «el Dios de los ejércitos siempre está de parte del más fuerte». Desgarramientos dolorosos de nuestro solar patrio han sido el pago de actuaciones que quizá por lo mismo que fue un ideal el que las presidió, lindaron en quijotismos.

Las actuales manifestaciones de la juventud de Bolivia, con su amplio espíritu de pan-hispanismo, tienen el sello precioso de la influencia española. Ello es hoy fuerte, pero cabe preguntarse si duradero.

Convencidos, en medio de la dura realidad de lo presente, que hay «que mirar las cosas tales como son, y no como deben ser», es que nos preguntamos: Esa influencia de la Madre Patria en el pensamiento de la intelectualidad boliviana ¿persistirá como hasta hoy, o se irá anulando debido a influencias más fuertes que la superen poco a poco?

Por el momento podemos repetir que sí, convencida y sinceramente. Pero es necesario también hacer ciertos reparos condicionales respecto al porvenir de dicha influencia.

En primer término, debemos declarar que las mejores intenciones y muy firmes por cierto de la actual juventud de Bolivia, haría pensar al observador que la mencionada influencia sería perpetua. Pero desgraciadamente -y el mundo actual de la postguerra viene a confirmar este aserto-, no son siempre las buenas intenciones las que rigen la trayectoria de la vida de una nación, como un postulado que brota de la exégesis sociológico-histórica de la evolución de los pueblos.

El alejamiento de la juventud de Bolivia de la influencia espiritual española no se ha producido, y actualmente no existe manifestación alguna que haga pensar en que tal fenómeno sea realidad algún día. Pero acaso, ¿no llegará un momento en que ella se manifieste tal cual es hoy la influencia italiana en la Argentina y la francesa en el Uruguay?

De ahí que las palabras de Luis Araquistain tengan una valorización especial para nosotros los bolivianos, amantes cual nadie de la gloriosa tradición hispánica, y de ahí que pidamos a España una fuerte e indestructible vinculación comercial que refuerce y haga imperecedera su influencia espiritual tan cara para nosotros.

Hoy es la ocasión para ello, ya que no existe actualmente otra influencia que la de España en el intelectualismo boliviano, fuerza es que ella se acentúe en tal forma que constituya el alma misma de la nacionalidad formando el cimiento básico de la conciencia colectiva. Es hora de que España comprenda este deber suyo para Bolivia, nación que es un brote genuinamente suya y con la cual, a través de las veleidades de los acontecimientos internacionales, debe siempre tener el cariño y afección de madre.

Una sana y altruista comprensión de lo que significa este deber de España para Bolivia haría una realidad la mencionada vinculación comercial, como un robustecimiento inamovible de la espiritual, y así, ambas naciones fuertemente unidas podrían contemplar con la serenidad única que da el poder y la razón, las perspectivas hermosas que les ofrece el porvenir.

Un boliviano, desde tierras germanas, en el día de hoy, aniversario de la emancipación del poderío de esa misma España hacia la cual volvemos cariñosos nuestros ojos, quiere aprovechar esta ocasión que le brinda el gentil ofrecimiento del distinguido intelectual Gustavo Adolfo Otero, para que, aplicando a su patria las ideas de Araquistain, -de las cuales se hace eco-, se levante en España un movimiento de acercamiento hacia Bolivia, que hagan realidad lo hasta aquí expuesto, y también en esta oportunidad quiere hacer público homenaje de admiración hacia esa gloriosa raza que venció en Granada y en Lepanto, que escribió el Quijote y conquistó América, pilares gloriosos en los cuales se asiente el orgullo legítimo de su estirpe.

Hamburgo, agosto 6 de 1928.

Artículo publicado en dos oportunidades:

a) Revista Mercurio, Barcelona 6 de agosto de 1928. No hemos podido encontrar dicha publicación.

b) El Nacional, diario, Santa Cruz, 1928. Sept. 12. En esta segunda publicación, cica la primera (G.O.).

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