Camacho y la falacia altoperuana
Por: Manfredo Kempff Suárez
¿Es posible que los cruceños seamos tan ingenuos de creer que Luis Fernando Camacho vendrá a declarar a Santa Cruz, aunque sea cumpliendo con un mandato judicial? Al parecer, sí, creemos. Está a la vista que, con toda razón, confiamos en lo que un tribunal de justicia pueda determinar, sin darnos cuenta de la magia perversa que los tinterillos palaciegos, maestros en el arte del birlibirloque, pueden hacer.
Siempre nos toman el pelo. Desde el ministro de Gobierno, el “cruceño” Del Castillo, quien dice que para que Camacho salga de Chonchocoro para declarar, todo depende de la decisión del Régimen Penitenciario, que, como sabemos, responde a su ministerio, es decir, a él. Esto es el colmo de la risa. Francamente, uno no sabe qué pensar. Los enjuagues son absolutamente meditados, no hay improvisaciones, solo existe una mala fe, una mala uva que emite perversión.
Resulta que Camacho tiene que salir de Chonchocoro a determinada hora, y para eso quieren velar por su seguridad, pero el Gobierno ya ha pagado previamente a unos “autoconvocados” – indígenas de las cercanías de Viacha – para que bloqueen las puertas del penal, con pancartas contra Camacho, todas escritas con la misma letra, por la misma persona, en el mismo papel. Mas la gran vergüenza es que se anuncia que los presos de la cárcel de Palmasola, donde se supone que llegará Camacho, han emitido un “voto resolutivo” expresando su rechazo a la presencia del gobernador en la prisión. Es decir que los delincuentes se convirtieron en jurisconsultos o en masistas. Esto pasa de la risa a la incredulidad.
En suma: no sabemos si, finalmente, por un milagro, vendrá a declarar Luis Fernando; o lo más probable, que todo se diluya en declaraciones cínicas, procaces, maniobreras, con olor a “acullico” y orines, de quienes temporalmente detentan el poder.