AL TORO POR LAS ASTAS
S.E. volverá a ser candidato y nuevamente presidente del Estado si es que no se lo vence en la batalla electoral. Lo demás son cuentos. La primera línea de combate será el referéndum que al que se tiene que someter la modificación constitucional que permita la cuarta candidatura en ciernes. Si S.E. y su partido logran barrer con esa primera línea de resistencia, viene “la madre de las batallas”, que se dará el 2019, donde las posibilidades de victoria de la oposición pueden ser grandes dependiendo de cómo se conduzca esa oposición y de cómo maneje la situación económica el Gobierno con la crisis que ya está instalada.
En suma, hay que ganarle a S.E. en las urnas y no en los periódicos, pese a la desventaja que tendrán sus adversarios en lo que se refiere a financiar dos costosas campañas y sobre todo, lo angustiante, a cómo funcione el nuevo Tribunal Supremo Electoral y su más que sospechoso sistema biométrico, que, de antemano, sabemos que le responderá al MAS. El resto, todo lo que oímos, son tonterías. Lo único claro que recoge el ciudadano corriente, el campesino, el indígena, es que los opositores no quieren enfrentarse a S.E. porque le tienen miedo y tratan de buscar que el candidato masista sea don David Choquehuanca o Perico de los Palotes. No hay que olvidarse de algo: el MAS está en condiciones de poner al candidato que le dé la gana, el que le garantice el triunfo. No el que quiera la oposición.
Naturalmente que los opositores tienen que echarle en cara a este Gobierno su falsedad y falta de compostura e indignidad en lo que se ha referido al tema de la reelección. Sabemos que la última elección fue inconstitucional, violatoria de la palabra de S.E. que ahora no vale un comino. La Constitución fue violada y ya se le había quitado la virginidad antes de ahora. Si ha sido violada una vez puede ser violada muchas más porque la virginidad pasó al olvido y ya no tiene sentido protegerla. Se fue.
Por lo tanto, que el vicepresidente García Linera – que está cometiendo verdaderas tropelías verbales – quiera emborrachar la perdiz con sofismas de que S.E. no busca una reelección sino a una “repostulación”, no debería extrañar a nadie. Es parte de una retórica trituradora. El vicepresidente, que ha llegado a extremos de fervorosa pasión por S.E., recurrirá a todo lo que esté a su alcance para satisfacer a su jefe, y como presidente de la Asamblea Legislativa, luego de oír, aburrido, los alegatos de los parlamentarios contrarios, someterá al voto la modificación constitucional y aplicará el rodillo de los dos tercios. Si como se dice, la modificación a la Ley de Leyes va a “casar” la reelección con una profunda reforma al sistema judicial, la opinión pública podría no sobresaltarse tanto.
Vendrá, entonces, un referéndum donde no sólo se decidirá la reelección presidencial – indefinida o no – sino que aparecerán otros temas de urgente tratamiento como es el de la justicia. ¿No sería una buena carnada para armar un “combo” como ya opina la gente? Pero es que, además, cuando se trata de un referéndum, cuando el “soberano” decide entre el “sí” o el “no”, la pregunta en la papeleta es fundamental. ¿Quién redactará la pregunta clave? Naturalmente que el oficialismo. Quienes sean llamados a elaborarla serán personajes mayormente afines al MAS. Habrá una ardua discusión, por supuesto, con los que democráticamente tengan voz en representación de los opositores, pero el final será el de siempre.
El vicepresidente, con su oficio de hábil buhonero, de matutero, le habrá abierto las puertas a S.E. para que se regodee con el poder hasta el cansancio. S.E. con su cara de humilde campesino – que no con su actitud imperial hacia sus subordinados – seguirá a bordo de sus aviones y helicópteros sembrando de canchas sintéticas y coliseos todo el país. Continuará diciendo, a quien quiera oírle, que él no busca seguir en el poder, que desea instalar un chiringuito en el Chapare para vender chicharrones y sillpanchos, que quiere trabajar en su cato de coca, a tiempo que se está construyendo un rascacielos junto a la plaza Murillo que se llamará “La casa del pueblo” y donde el pueblo tendrá acceso sólo a la cancha de fulbito y al anfiteatro donde aplaudirá los goles y discursos del propietario.
¿Feo el panorama que pintamos? Sí, ciertamente feo. Pero tenemos que dejar de lamentarnos y ver la realidad. En todo caso es mejor prepararse para lo peor. Claro que se debe protestar contra la re-re-reelección. Por supuesto. Lo que no se puede descuidar ni ignorar es que el MAS nunca va a jugar limpio. Tiene la sartén por el mango y aunque los ingresos nacionales bajen a la mitad por causa de la caída de los precios de las materias primas, este Gobierno no dejará de gastar ni un día. Hay un colchón de reservas internacionales que son toda una garantía y los créditos internacionales están abiertos a cualquier requerimiento. Por algo, pese al mucho dinero que Bolivia ha percibido en la última década, la deuda externa ha crecido notablemente. ¿No hay que tomar al toro por las astas y darle batalla para intentar derrotarlo en las urnas?