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LEONARDO CASTELLANI Y EL LIBERALISMO

Escritos del padre Castellani, desde Argentina

Fuente: El Matiner Carlí

Buscar la esencia de una cosa es hacer su definición; yo hice tres definiciones europeas del liberalismo, cada una más exacta; y al final puse una sencilla definición argentina. La primera definición breve sería: “el liberalismo es el movimiento económico, político y religioso que se propone a la Libertad como su ideal, y como el ideal absoluto de la Humanidad (…); es por tanto el Ideal absoluto de hombres y naciones. Bien se ve que esta definición no sirve, porque pivota sobre la palabra libertad, que es una palabra ambigua, pues la palabra “libertad” si no se le añade para qué, es una palabra sin contenido; y hoy día, por obra del Liberalismo la más asquerosamente ambigua que existe. Un jefe socialista del siglo pasado, el judío alemán Berstein, dijo: “Poco importa hacia dónde vamos, lo que importa es el movimiento, porque la libertad es un movimiento…”.

Es una bobada filosófica: la libertad no es propiamente un movimiento sino un “poder moverse” solamente; y en el moverse lo que importa es el Hacia Dónde: lo que determina el movimiento (dicen los filósofos) y lo hace chico-grande, bueno-malo, tal o cual, es el término DONDE; pues todo movimiento tiene dos términos que lo determinan DESDE y DONDE (…)

De modo que la primera razón de esa paradoja que nos tocó a nosotros ver, de que el Liberalismo proclamando LIBERTAD destruyó en el mundo la Libertad y trajo lo que ellos llaman Totalitarismo, es la ambigüedad filosófica de ese estandarte enarbolado el siglo pasado con Libertad, Libertad, Libertad; pero esa ambigüedad era sólo del estandarte, no de los que lo llevaban. Los que lo llevaban sabían bien lo que querían; querían la libertad de comercio, o sea la libertad para el Gran Dinero a fin de llegar al poder del Gran Dinero o sea al actual Capitalismo; y para eso querían gobiernos débiles o sea parlamentarismo, división de poderes, sufragio universal y todo lo demás; y para eso querían una religión débil, el deísmo, y después el cristianismo liberal y hoy día del modernismo.

La primera definición, breve y ambigua; la segunda definición más exacta, pero más larga y solamente descriptiva e histórica: liberalismo ES un gran movimiento de rebelión anti tradicionalista y reformista de la sociedad, que parte de los libros de los Empiristas y Deístas ingleses, se formula en Rousseau, es divulgado por la Ilustración o el enciclopedismo francés, informa a la Revolución Francesa a poco de comenzada; es inseminado por las armas napoleónicas, se impone más o menos en Europa (y aquí) a mitad del siglo pasado, preside la llamada “Organización” de las naciones hispano americanas, origina por un lado la Democracia-Mito y por otro el Comunismo-Realidad; y quiere sobrevivir hoy día en el llamado Neoliberalismo y Neocapitalismo, del cual GOZAMOS una violenta erupción actualmente los argentinos.

P.Leonardo Castellani. Esencia del liberalismo

El liberalismo modificó la sustancia ontológica y moral del país… ¿Cómo es eso? ¿No es un sistema político y económico? ¿Qué tiene que hacer aquí la moral?

Que el liberalismo ha sido el sistema económico y político del capitalismo (libre cambio, individualismo económico, guerra comercial, resortes ocultos de la trata, trabajo a base de papel y crédito, Bolsa y Banca, Bolsa y Banca…con sus resultados sociales, por un lado; democratismo, Parlamento, división de poderes, sufragio universal…con sus resultados políticos por otro), eso es de sobra sabido; lo que no es tan fácil de ver son las condiciones de posibilidad de este sistema (que es en el fondo el surgir del poder del Oro y del ethos del comerciante- y no del buen comerciante , de adehala) consistentes en una profunda subversión de la ética de occidente; y más hondo todavía, en una nueva concepción del Hombre y del Universo, que se puede llamar «ontológica».

Werner Sombart y Max Weber han estudiado minuciosamente la ética del capitalismo y sus raíces en la teología calvinista: trabajo hecho.

Es preciso saber ver que la moral ha sido cambiada; la religión liberal creó su moral propia, trastornando profundamente la moral cristiana: es menester que la gente se entere de eso. Una cantidad de pecados y crímenes dejaron de serlo (como la usura, la expoliación subdola y las estafas financieras para empezar) y otros cobraron importancia desmesurada. La moral occidental no solamente se hundió, sino que en cierto modo se dio la vuelta: la popa y una chimenea se alzaron a las alturas al hundirse la proa, como el Titanic cuando zozobró. Y el «iceberg» fue una nueva concepción del hombre, el homo oeconomicus, el ser humano considerado solamente como sujeto de producción y consumo. Ahorcar a un hombre por robar una oveja (como se hizo en Inglaterra desde 1750 hasta 1890) y no ahorcar al dueño de las ovejas, que las robó todas a un monasterio con monasterio y todo, puede ser una imagen cruda de lo que vamos diciendo.

La misma santidad de la familia palideció en frente de la santidad de la Banca- y del Estado (…) Los delitos contra el espíritu se hicieron tan invisibles como el mismo espíritu: la herejía, de la cual los antiguos decían que era «parecida y peor que falsificar moneda», se volvió hasta un mérito; y hoy día, una indudable ventaja; en tanto que los reyes, por medio de la «inflación» (el primero de todos Enrique VIII de Inglaterra) se dieron a falsificar moneda (…)

Si esto es catolicismo, yo soy musulmán (…)

P. Leonardo Castellani. Pluma en ristre.

«El poder del dinero es muy grande en el mundo de hoy. Un sacerdote conocido mío me dijo que ha leído un libro de un autor escocés La historia del dinero, en que prueba que el dinero, el capital, el dinero amontonado, ha vencido siempre en el mundo. Eso es históricamente falso: este sacerdote está al servicio del capitalismo y se consuela diciendo: «Siempre ha sido así en el mundo». Lo que es verdad es que el poder del dinero ha vencido siempre a los gobiernos débiles. El poder político de un gobierno fuerte lo puede al poder del dinero; pero gobierno fuerte no significa precisamente, entiéndase bien, ni tiranía, ni cesarismo, ni bonapartismo ni siquiera poder absoluto, significa simplemente gobierno bueno. Los gobiernos fuertes son los buenos gobiernos. El poder del dinero no puede contra un gobierno bueno; pero ese gobierno bueno tiene que luchar como un león si quiere dominar al dinero, es decir, si quiere ser bueno; tiene que luchar a veces hasta el martirio».
Padre Leonardo Castellani. «San Agustín y nosotros»

El poder del Dinero (ése sí que es hereje) le tiene un miedo grandísimo a la Monarquía, como que es la única fuerza capaz de meterlo en petrina; por lo cual se aplica hoy con perseverancia a pintarla como un cuco , y a echarle agua bendita , conjuros y maldiciones . Pero la Monarquía , en su sentido amplio, es una cosa que está en la naturaleza y por lo tanto echada por la puerta vuelve por la ventana, disfrazada si es preciso : «una fuerza patente para meter en petrina a las fuerzas secretas«(…)

Para poder defenderse de la opresión de los poderosos inmediatos (de los cuales ninguno más peligroso y universal que el Hombre de Dinero) las mayorías tienen la tendencia de elevar a un hombre tan alto (y de esto es símbolo el Trono) que frente a él desaparezcan las otras desigualdades y en cierto modo «todos sean iguales»-frente a la Justicia del Rey. ¡Paso a la Justicia del Rey! decían en España. Mas los ricos necesitan un Rey que no los «pueda» a los ricos; o sea, que no lo sea: el Rey Constitucional , y el Presidente Coty.

Y esté es el fundamento filosófico de la Monarquía, fenómeno indestructible. Para obtener la Justicia, que es uno de los nombres de Dios, parece no haber más remedio que fabricar un hombre casi-como-Dios y hacerlo gobernar en nombre de Dios. Si sale malo, eso es lo malo; pero si sale malo los antiguos siglos cristianos lo derrocaban o lo mataban…

Leonardo Castellani. Pluma en ristre.

«Mi pensamiento fijo, mi deseo constante, es dar cabalmente a España lo que no tiene, a pesar de las mentiras vociferadas de algunos ilusos: es dar a España libertad, que sólo conoce de nombre; la libertad que es hija del Evangelio, no del liberalismo, que es hijo de la protesta. La libertad que es al fin, el reinado de las leyes, cuando las leyes son justas, esto es, conformes al derecho de la naturaleza, al derecho de Dios»
S.M.C Carlos VII
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